La carne es un ingrediente delicioso en las comidas modernas, pero su impacto en el medio ambiente puede dejar un sabor muy distinto en la boca. La carne es el alimento que más calorías necesita para su producción, así que, por cada persona que se alimenta de carne, podría alimentarse casi una decena si consumieran el mismo número de calorías en forma de vegetales. Las prácticas ganaderas utilizadas para producir la carne generan grandes cantidades de metano (un gas de efecto invernadero), nitratos y amoniaco (un contaminante acuático que da lugar a zonas muertas pobres en oxígeno en las masas de agua).
Se ha demostrado que entre el 35% y el 40% de la producción antropogénica de metano se debe al ganado y a sus residuos. La cría industrial de terneros y pollos provoca un aumento de las intoxicaciones por bacterias resistentes a los antibióticos como E. coli.