La hipótesis de su origen en materiales con magnetización permanente, como el hierro, parece desmentida por la constatación de las inversiones periódicas de su sentido en le transcurso de las eras geológicas, donde el polo norte magnético es reemplazado por el sur y viceversa. Sin embargo, medido en tiempo humanos, los polos magnéticos son estables, lo que permite su uso mediante el antiguo invento chino de la brújula, para la orientación en el mar y la tierra.
El campo terreste magnético desvía las partículas cargadas provenientes del Sol. Cuando éstas chocan con los átomo de oxígeno y nitrógeno de la magnestofera, se produce un efecto fotoeléctrico mediante el cual parte de la energía de la colisión se presenta en forma de luz visible. Este fenómeno puede observarse a simple vista en las cercanías de los polos, en las hermosas aurora boreales.